Caminé hacia la plaza rápidamente y logré ver a Billie unos cuantos metros antes de llegar esperándome sentado en uno de los bancos. Al verme llegar, se paró frente a mí y me abrazó con todas sus fuerzas.
-Billie, me estas ahogando – Dije conteniendo la respiración
-Oh, perdón – Respondió y me soltó.
Nos sentamos en las hamacas que estaban detrás en silencio. Conversamos de distintos temas durante horas hasta que el diálogo se detuvo y ambos callamos.
-Bueno – Billie interrumpió el silencio – prometiste que ibas a contarme tu historia
-Créeme, mi vida no es para nada interesante.
-No importa, quiero escucharla.
-Esta bien, pero jurame que esto va a quedar entre nosotros dos. Nuestro secreto.
-Por supuesto.
-Mmm, ¿Por dónde empezar? – Susurré - Nací el 30 de Octubre de
-Me siento privilegiado, de que me cuentes esto– Acarició mi rostro suavemente y con el dedo gordo secó una lagrima que caía por mi mejilla – Siempre vas a poder confiar en mi, ¿Sabes?
-Si, lo sé. Es bueno descargarse de vez en cuando, pero quiero que me cuentes tu historia.
-Bueno. Nací en Rodeo el 17 de Febrero de
-Billie, cuanto lamento lo de tu padre
-Esta bien, supongo que ya lo superé. Ya pasaron 5 años.
-Bueno, creo que ahora tenemos algo en común; ambos no tenemos padres, pero tú en cambio, tienes la suerte de haberlo conocido – Mis ojos se inundaron de pequeñas lágrimas.
-Tienes razón y agradezco a Dios por eso.
Pronto se produjo otro silencio incómodo. Por un segundo me quedé mirando a la nada y me pareció ver a alguien espiando detrás de un árbol. No hice caso alguno, debía estar imaginando.
-¿Qué hora es? – Pregunté finalmente.
-Las cinco – Contestó Billie mirándose el reloj de muñeca.
-Mejor me voy a mi casa.
-¿Quieres que te acompañe?
-Bueno - La verdad es que no quería. Necesitaba un tiempo para mi sola. Contar mi historia trajo malos y tristes recuerdos y no quería que Billie me viera llorar, en cualquier momento podía explotar. A la vez, sentía que lo había traído fantasmas de su pasado y que gracias a mi estúpida pregunta volvieron a su cabeza. Eran demasiados pensamientos merodeando por mi cabeza. Tampoco quería volver en un silencio de luto sin poder sacar tema alguno.
- Billie, ¿Cuál es tu banda preferida? – Pregunté repentinamente para romper el hielo
- Definitivamente, Sex Pistols. ¿Tu?
- Ramones, amo su música. Mm, ¿Color favorito?
- Verde
- ¿Signo?
- Acuario
- ¿Alguna vez te suspendieron?
- Paso más el día en el cuarto de Detención que en clase
- ¿Fumas?
- A veces, cuando estoy nervioso o alterado.
- Malas noticias, no me gusta que fumes.
- Entonces no lo haré – dijo y sonrió
- ¿Saldrías con alguien que tenga creencias religiosas diferentes a las tuyas?
- Si, supongo
- ¿Tienes algún tatuaje?
- Si, tengo varias estrellas en el brazo izquierdo
- ¿Saliste con alguien de la escuela?
- Sí, en segundo grado dos chicas me dieron una paliza así que las invite a salir - lo miré boquiabierta y él rió – en verdad, y además con una chica de mi curso. Madeline, pero supongo que no funcionó.
- ¿Te va bien en el colegio?
- No, me expulsaron dos veces antes de llegar a este. No me llevo bien con la “autoridad”. ¿Por qué el interrogatorio?
- Para matar el tiempo
Al acabarse las preguntas ridículas, sucedió tal como lo había previsto. Ninguno de los dos emitió algún comentario o palabra en todo lo que restaba del camino. Solo paso un único hecho imprevisto: en lo que quedaba del trayecto me tomo de la mano tímidamente y no me soltó hasta llegar a mi casa.
Cuando llegamos a la puerta, lo despedí con un beso en la mejilla; pero ese beso fue diferente. Había sido un beso frió, pobre, triste y sin amor. Se alejo caminando lentamente sin mirar atrás. Entre a mi casa y un nudo en la panza me hizo una fuerte punzada. No podía comer nada, un vacío profundo habitaba ahora. No sé si mi madre estaba o no, en realidad no me interesaba para nada. Me recosté en mi cama rogando a que el día terminara rápido y al día siguiente encontrarme con Kristen para poder desahogarme. Ella entendería mis problemas.
-Mañana será un mejor día – Pensé para mis adentros.
Pero aún no sabía lo que me esperaba.
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