Al terminar la semana, los médicos me dieron el alta para que regresara a casa. Cuando desperté al día siguiente, bajé para prepararme el desayuno pero para mi sorpresa ya estaba preparado. Mi madre se encontraba sentada en la mesa esperándome para comer. Desayunamos juntas y luego me llevo hasta el colegio. Al caminar por los pasillos todos miraban extrañados y murmuraban a mis espaldas.
En el trayecto al aula miré por la ventanilla de la sala de detención y creí reconocer a alguien. De todos modos continué caminando hasta que alguien me detuvo por los hombros.
- Hey ¿Cómo estas? – articuló con dificultad Billie
- Billie, ¿Qué haces?
- Ya se que quedamos en darnos un tiempo, pero me es inevitable hablarte. Necesito saber de vos, y no me queda más remedio que esperar la posibilidad de encontrarte.
- Ya hablamos de esto, no quiero repetirlo de nuevo Billie. Dame tiempo, es lo único que te pido. Además sigues siendo el mismo de siempre, ¿Esta vez por qué te detuvieron?
- Por… - enmudeció – Por vender porros.
- Para variar ¿no? Adiós Billie.
Billie estaba por decir algo cuando un chico rubio de pelo largo lo apartó de allí. Al entrar al aula, Kristen me estaba esperando en el banco.
- ¿Cómo te sientes? – Pregunto finalmente
- Bien gracias, ¿tu?
- Más que bien. ¡No sabés! Llegaron los dos chicos nuevos al curso y ambos son muy lindos. Vienen de Gran Bretaña. ¡Ps! Allá vienen
Entrando por la puerta de madera, se asomaron dos chicos flacos, buen mozos y muy bien vestidos. Uno de ellos era alto, rubio de ojos marrones y el otro era de mediana altura, morocho de ojos celestes. En mi opinión el más lindo era el rubio, pero a Kristen le fascinaba el morocho.
- El de ojos celestes se llama Tom, pero es mío – Dijo en tono de burla - Y el rubio se llama Peter. Y, lo mejor de todo, se sientan delante de nosotras.
Durante toda la clase hablamos con nuestros nuevos compañeros de clase. Peter fue el único capaz de captar mi atención ya que parecía ser el más tierno de los dos. Mientras charlábamos sentí una cierta y extraña conexión entre nosotros. Al mirarlo fijamente a los ojos, me inundó una inmensa calma que habitaba en él. Salimos de la clase conversando y riendo. Cuando nos encontrábamos en el pasillo puede distinguir a Billie acercándose hacia donde estábamos. Lo miré de reojo y di media vuelta para evitar el cruce entre nosotros.
Los días que siguieron pasaron tan rápido que no llegué a percatarme que febrero estaba en la puerta. Un mediodía luego de que tocara el timbre, fuimos a la cafetería como de rutina y nos sentamos en una mesa de a cuatro. Tom no le quitaba los ojos de encima a Kristen, y mientras tanto, Peter y yo hablamos de nuestros gustos en común. Era perfecto para mí, teníamos casi los mismos intereses personales. En ese momento acordamos que era conveniente dejar a los dos tórtolos a solas. Caminamos por el parque del colegio hasta que llegamos a la fuente de agua.
- Sabes Mary – Dijo Peter interrumpiendo la charla – Hace poco que te conozco, pero siento como si te conociera de toda la vida. Me gustas Mary, de verdad me gustas.
- Por lo poco que te conozco, tu también me interesas, y mucho.
- ¿Enserio? Sé que es un poco apresurado pero quiero que estemos juntos, nada serio, es que no me gustaría verte con nadie más que conmigo.
- Eeh – Mis cachetes estaban rojos como dos pequeños tomates – Creo que es un poco apresurado…
No llegué a terminar la frase que inesperadamente me tomo por la pera, me miró fijamente a los ojos y me besó dulcemente en los labios. Todo era perfecto y romántico. El tiempo se detuvo repentinamente y en ese espacio de calma el calor de sus labios era lo único que me cubría del frío de la soledad. Pero en esa extraña quietud la imagen de Billie colmó mi mente. Entreabrí los ojos, queriendo despertar de aquel sueño casi irreal, pero allí estaba con la mirada puesta en la mía y una pícara sonrisa recorriendo sus facciones.
- Entonces, ¿Qué dices?
- Eh eh – balbuceé atónita – esta bien.
- Que bueno, era lo que esperaba – sonrió y me besó nuevamente.
Volvimos a la cafetería donde aún se encontraban Kristen y Tom.
- Eh, tenemos que buscar la información para historia. ¿Vamos a la biblioteca? – le recordé a Kristen
- Uh, es verdad, vamos. Ustedes, ¿Vienen?
- Claro – respondieron Tom y Peter al unísono.
En el camino a la biblioteca le conté a Kristen lo que acababa de ocurrir. Estaba sorprendida y a la vez feliz. Llegamos a la biblioteca y nos sentamos en la mesa que se encontraba cerca de la ventana. Me levanté de la silla para buscar un libro. Estaba por tomar el libro cuando Peter me tomó por la cadera, me dio vuelta y me besó dulcemente. Cuando me separe de él, mire hacia un costado y allí estaba Billie parado mirando boquiabierto con los ojos clavados en mi reciente acción. Apartó los ojos y volvió a su lugar en la mesa de atrás de todo.
Cuando terminaron las clases de ese día, salí del colegio y me topé con Billie.
- ¿Billie? – pregunté dubitativa
- Hola – respondió de mala gana.
- Lo siento, de verdad, no me percaté de que estabas allí
- ¿Y por que las disculpas?
- Se lo incomodo que debe ser, pero solo se dio…
- ¿De que estas hablando? Si después de todo tu y yo no somos nada ¿NO?
Deja vú. Paradójico como todo vuelve, si supiera que lo único que quiero es a él pensé.
- No, claro. Bueno, entonces supongo que nos vemos, amigo.
- Cuando quieras – respondió apáticamente y dio media vuelta.
La amargura de su respuesta causó un escalofriante estremecimiento que llegó hasta las más ínfimas extremidades de mi cuerpo. Cuando llegué a casa mamá se encontraba en el sillón tirada. Me acerqué y se encontraba totalmente dormida; pero luego advertí las cinco botellas de cerveza a su alrededor y un polvillo blanco desparramado por encima de la mesa ratona. Al olerlo decubrí que era Heroína. Resignada me aparté de ella, corrí al baño a lavarme las manos y luego subí a mi habitación. Me recosté en la cama y cuando estaba por conciliar el sueño me despertó el ruido del celular. Tomé mi celular que marcaba “número desconocido”. Atendí pero nadie respondía. Hasta que solo escuche el sonido de llamada finalizada. Llame al número que figuraba en el celular pero nadie contestaba. Extraño, pensé. Baje a cenar y mi madre ya estaba despierta.
- ¿Qué hay de cenar? – Le pregunte amablemente
- No sé. Se supone que vos te encargas de la cena.
- ¿No tendría que estar trabajando?
- Si, pero no tengo ganas de ir
Me acerqué a ella y tenia los ojos rojos como un metal ardiente.
- Mierda, ¿Es que nunca la vas a dejar?
- No, no la voy a dejar. Y mejor que no te metas.
- Vas terminar mal, muy mal.
- No te metas.Vete a dormir antes de que… - Levanto la mano en señal de pegarme
- ¿Antes de que? – Respondí desafiante – ¿Antes de que vea como arruinas tu vida y yo tenga que quedarme en un maldito orfanato? Ya tuve bastante con la huída de papá, no te quiero perder a ti también.
Jane se quedó muda. Llame al hospital y pedí que envíen un doctor de inmediato. Unos minutos más tarde, un hombre vestido con un delantal blanco de alta estatura, cabello castaño, ojos miel y lindas facciones tocó el timbre. Entro a la habitación y comenzó a examinar a Jane.
- Tiene una sobredosis grave. Si continua con esta conducta, no le quedara mucho tiempo de vida - Dijo cuando termino el análisis.
- ¿Que es lo que recomienda doctor? – Pregunte preocupada
- Los lunes y miércoles hay sesiones grupales para tratar los problemas de adicción. Estoy a cargo de ellas en esta dirección – concluyó entregándome una tarjetita que decía:
Consultorio Robert Hudson
Sesiones grupales de adicción
Riverside 2335
084 – 2364 -69542
- Gracias, me encargare de que vaya – Dije luego de leer atentamente la tarjeta y lo acompañé hasta la puerta de entrada.
- Si tienes algún problema, ya sabes, efectos de la sobredosis, no dudes en llamarme
- Si, gracias, lo tendré en cuenta. Espero no tenerlos.
Entre y ayude a mi madre a llegar hasta su habitación. La recosté en su cama. Eran alrededor de las 10, tenia que dormir, al otro día tenia colegio.
Al día siguiente, cuando llegue al colegio Billie me estaba esperando afuera.
- Billie – Dije sorprendida cuando lo alcancé
- Mary, necesito hablar contigo
- Espera, ¿Tú llamaste ayer no?
- Si, llame desde la casa de Mike, disculpa no haber hablado. No me animaba a decírtelo por celular, necesitaba decírtelo personalmente.
- Bueno ¿De que se trata?
- Es que…
Estaba por empezar a relatar su historia cuando alguien me tapo los ojos.
- ¿Quién es? – Pregunte al extraño que acababa de dejarme sin el sentido de la vista.
- Adivina
- Emmm… - Palpé sus manos y lo descubrí - ¡Peter! - Me destapo los ojos y allí estaba parado con una rosa roja en su mano.
- Toma – dijo dándome la flor – Una flor para otra flor.
- Gracias, que tierno.
Billie continuaba allí parado presenciando toda la escena.
- ¿Qué era lo que tenías que decirme? – Voltee y le pregunte a Billie
- Nada, ya no importa. – Respondió y se fue.
- No le prestes atención – advirtió Peter cuando Billie ya se había ido.
- Tienes razón
Pero la duda me siguió todo el día, pensando en la conversación de la mañana. ¿Qué era eso tan importante? Lo busque en el recreo para preguntarle, cuando finalmente lo encontré.
- Billie ¿Qué era lo que tenias que decirme? Por favor dímelo, no puedo seguir con la intriga
- Nada, no quiero perjudicarte, ya demasiado mal te hice. No importa, ya no te importo.
- ¿Cómo que no me importas? Claro que me importas, sos parte de mi pasado y presente, nunca te olvidaría.
- No insistas, no es nada importante, me tengo que ir – Concluyo y huyó de nuevo
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